Libros para la primera infancia

Concepto

Los libros para la primera infancia pueden constituirse en garantía de la formación de lectores para toda la vida. Para ello, se debe considerar el desarrollo esencial de comportamientos de lectura en la primera infancia.

El proceso de toma de conciencia debe ser desencadenado, en primer lugar, en las mujeres embarazadas para que caigan en la cuenta de la importancia de compro- meterse con la lectura literaria, contando historias, cantando canciones, recitando poemas, mientras albergan a sus hijos en la vida intrauterina.

Más tarde, durante los períodos de 0 a 12 meses, de 12 a 24 meses y de 24 a 36 meses, es necesario persistir en el trabajo honroso y sensible de la implicación con la lectura de los materiales y la narración de historias que promuevan el enriquecimiento interior de esos niños. Un conjunto de experiencias literarias orales e impresas, incluyendo textos sobre los soportes más diversos, se revela como necesario con la participación de los padres, abuelos, familiares y cuidadores.

Análisis

El aprendizaje de un niño ocurre en dos formas: por experiencia directa o mediante la observación de un modelo. La ausencia de comportamientos de lectura en la fami- lia, que sirve como modelo durante el período en que el niño está aprendiendo comportamientos que servirán de base para su vida futura, es sin duda una de las principales causas de la falta de lectores en la actualidad. No proporcionar a un niño la experimentación y observación que necesita para convertirse en un lector, en el período adecuado para hacerlo, implica tener que contrarrestar estas consecuencias más adelante, lo cual cuesta tiempo y dinero a las arcas públicas.

La falta de lectura y, en consecuencia, de alfabetización en un nivel satisfactorio puede observarse en diferentes países, sin duda como efecto de la ausencia de comportamientos modeladores de lectura y de una política pública de lectura centrada en la primera infancia.

Cuanto más temprano se introduzca un comportamiento en la vida de un niño, mayor probabilidad tendrá este comportamiento de volverse persistente y de generar una cadena de influencias positivas, que van desde un mejor rendimiento académico a un estatus social más alto.

Bandura (1977), investigador de esta área, defensor del aprendizaje social, apoya el hecho de que el niño no nace revestido de un conjunto innato de comportamientos. Para el teórico, «a excepción de los reflejos elementales, las personas no cuentan con repertorios de comportamiento innatos. Tienen que aprenderlos. Nuevos patrones de respuestas pueden adquirirse a través de la experiencia directa o a través de la observación» (Bee y Mitchell, 1986, p. 348). Así, si el niño no está provisto de comportamientos, es necesario que estos se promuevan desde el nacimiento por medio de acciones que rentabilicen la oportunidad de vivenciar y observar modelos.

Esta observación es responsable de una parte significativa del aprendizaje de un niño. Este aprende cuando observa a la madre, al padre o a cualquier persona con quien entra en contacto. Observa y tiende a repetir lo que observó. Precisa, en efecto, estar motivado para repetir, ensayar, memorizar y, finalmente, para apropiarse de este comportamiento que se forma y se modifica durante la interacción que, en la primera infancia, se desarrolla en la familia entre el bebé, los padres y cuidadores. Son interac- ciones que deben repetirse con cierta frecuencia para que el comportamiento que se desea formar o modificar sea experimentado e incorporado por el niño.

Implicaciones

La lectura en la primera infancia puede suceder a partir de la observación de los adultos por el niño y de las experiencias lectoras que estos le hayan mostrado, utilizando como herramienta la literatura infantil, que abarca en ese momento todos los eventos y actividades que tienen como base la palabra, despertando el interés del niño por canciones, poesías, adivinanzas, rimas, trabalenguas, historias cortas. Este conjunto de manifestaciones aumenta la sensibilidad y la imaginación de los niños compar- tiendo hechos y seres de su mundo y mundos imaginarios y fantasiosos.

La intensidad del estímulo a la imaginación es crucial en el desarrollo cognitivo y emocional. De esta manera, podemos contribuir a que ese ser en formación entienda la vida en sus múltiples facetas y construya los principios rectores de su «estar en el mundo» en todas las etapas de la vida.

En la práctica, corresponde al proceso de sensibilización y formación de la madre para que ella sea la primera mediadora de actividades de lectura. Esta sensibilización debe ser iniciada en el último trimestre del embarazo con actividades que utilicen las nanas, las canciones infantiles y los cuentos de la tradición oral. De esta manera se posibilita un rescate cultural de la tradición, mientras se capacita a la madre para acoger a su bebé con las mismas canciones que le fueron cantadas a ella en su infancia.

Después de que nazca el bebé, la madre debe ser capaz de desarrollar y multiplicar en la familia actividades de lectura, respetando las diferentes etapas del desarrollo infantil. Inicialmente, es necesario continuar con la estimulación musical e introducir pequeñas narraciones que envuelvan el baño, la alimentación, el cambio de pañales y la hora de dormir.

Más adelante se presentan al bebé los primeros libros con los que tendrá contacto: los libros de tela, para el baño y de EVA. Utilizados en actividades que permiten gesticulaciones, rimas, ritmos y juegos, servirán como soporte en la interacción entre los padres y el bebé, reforzando con ello los lazos afectivos, aumentando la capacidad del pequeño lector y desarrollando comportamientos importantes como manejar y hojear un libro.

A medida que el bebé se desarrolla, se le presentan diversos libros, respetando siempre las distintas fases de su desarrollo físico. Libros de cartón, interactivos, con pop- ups, con textos y fotografías apropiados pasan a formar parte de la vida del niño. Al mismo tiempo que forman su primera Bebeteca, sirven de apoyo para la continuidad de las actividades de lectura que deben llevarse a cabo periódicamente a lo largo de la primera infancia.

Detallando las actividades que se pueden desarrollar con las mujeres embarazadas y los bebés en la primera infancia, desde la selección de libros para ser utilizados en cada etapa del desarrollo, las teorías que sustentan este tipo de intervención pueden encontrarse en el libro Programa Bebelendo, una intervención temprana de lectura (Tussi y Rösing, 2009). El libro también presenta materiales de lectura específicos para mujeres embarazadas y para cada etapa de la niñez temprana, los cuales son ofrecidos a los niños seleccionados para participar en el programa.

Un proyecto piloto de este programa se está desarrollando bajo el asesoramiento de Rita de Cássia Tussi, implementado en 2010 por el gobierno del Estado de Rio Grande do Sul, Brasil, en dos municipios con el sello de la Unesco. El proyecto se está analizando y ha generado documentos y fotografías que prueban la eficacia de la intervención temprana en lectura, que utiliza el libro para la formación de lectores en la primera infancia.

 

Referencias


Bandura, A. (1977), Social learning theory, Englewood Cliffts, New Jersey: Prentice- Hall.

Bee, H. L. y Mitchell, S. K. (1986), A pessoa em desenvolvimento, trad. de Jamir Martins, São Paulo: Harbra.

Tussi, R. de C., Rösing, T. M. K. (2009), Programa Bebelendo: Uma intervenção precoce de leitura, São Paulo: Global.

Fecha de ultima modificación: 2014-03-17